viernes, 12 de agosto de 2016

El chico que sólo sabía escribir borradores

Érase una vez un chico que tenía una idea para una novela. En su cabeza la historia fluía sin problemas, los personajes tenían un trasfondo impecable, los diálogos eran frescos y la trama original. Contento por verlo todo con tanta claridad, se puso a escribir. Después de un rato consiguió... un borrador. Era un conjunto de párrafos feos y torpes. Las palabras se apelotonaban y sonaban todas iguales. Sus personajes se habían fugado, llevándose con ellos cualquier chispa de humanidad, y sólo quedaba de ellos siluetas de cartón vacías. Confuso y frustrado, desechó esa hoja y volvió a empezar. Al terminar se encontró con otro borrador, mirándole desafiante desde la pantalla de su ordenador.

Este microrrelato de humor-terror viene a resumir una de mis pesadillas habituales, acabar atrapado en el ciclo del "borrador infinito". Los primeros borradores son tan desesperantes que a uno le queda la sensación de que ha hecho algo mal desde el principio. La tentación de empezar de nuevo a veces es tan fuerte que cedes y vuelves a la página uno. Cuando llevas un rato, las cosas no han mejorado, simplemente porque vuelves a tener entre manos un primer borrador.

Resulta difícil acostumbrarse a ver la escritura como una tarea acumulativa. El escritor primero debe excavar hasta dar con un material que merezca la pena. Después, cuando tenga la gema en bruto, pasará días y semanas puliéndola hasta crear la joya que existió primero en su imaginación. Esto es fácil de decir pero la primera parte de esa labor, la tediosa excavación, puede desanimar incluso al creador más inspirado.

Personalmente una de las recomendaciones que más me han servido es la que da Anne Tyler: "Mi consejo a cualquier escritor principiante es que escriba los primeros borradores como si nadie fuese a leerlos -sin dedicar un solo pensamiento a su publicación- y únicamente durante el último borrador se plantee cómo será visto ese trabajo desde fuera". Ver la obra como algo reservado para nosotros mismos, quizá incluso como un secreto vergonzoso que nunca saldrá a la luz (al menos en esa forma), puede aliviar la presión, ayudarnos a dejar a un lado las inseguridades y superar el bloqueo.

Y ahora... ¿publico esto o se queda como borrador?


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1 comentario:

  1. Ese fragmento de Anne Tyler me parece muy cierto. Uno debe escribir SIEMPRE para sí mismo, sin pretensiones. Si intentas imaginar lo que sentirán o pensarán otros cuando te lean es cuando se produce el bloqueo y sobretodo, empiezas a escupir basura que en realidad no piensas. No tiene por qué salir una obra maestra... pero eh, al menos será tuya y de nadie más.

    Muy bonita reflexión. Un saludo!

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