miércoles, 15 de junio de 2016

Nick y Norah, una atípica película romántica

Nick and Norah's Infinite Playlist es el título en inglés, mucho más poético, de esta película de 2008 protagonizada por Michael Cera y Kat Dennings. Nick es el bajista de un grupo indie, destrozado por la reciente ruptura con su novia. Norah es la hija de un productor de música, a punto de ir a la universidad y paralizada por las decisiones sobre su futuro. Sus caminos se cruzarán una noche mientras salen en busca de un concierto secreto de los míticos Where's Fluffy?

Reconozco que en un primer momento tuve mis reservas con este título, sobre todo por la poca química que les suponía a los actores principales. También pudo ser por la sobredosis de Michael Cera, que en aquella época parecía estar hasta en la sopa, y para colmo haciendo siempre el mismo papel. No se puede decir que aquí sea muy diferente (colaría como primo hermano de Scott Pilgrim), pero encaja mejor de lo que esperaba.

Nick y Norah es una de esas historias en las que todo ocurre en unas pocas horas, una noche loca en la que descubriremos a los protagonistas, con todos sus puntos fuertes y débiles, sus contradicciones y sus sueños. Quizá eso sea lo mejor, poder acompañarles, como testigos invisibles, en ese viaje en el que se descubrirán a sí mismos y uno al otro. Fresca, sencilla y sin pretensiones (bueno, quizá algunas), con cierto aire hipster pero también parodiándolo, la película apuesta por mezclar humor y un romanticismo atípico a partes iguales. Me gustó especialmente la sensación de que las cartas estaban sobre la mesa casi desde el principio y el hecho de que bajo su capa de ligereza juvenil se dejasen caer reflexiones sobre la vida y las relaciones mucho más profundas de lo que cabría esperar.

El mayor acierto de Nick y Norah es no dejarse amilanar y ser fiel a su intención tener personalidad propia, con su música, sus diálogos y sus extraños personajes. Gracias a eso puede que descubramos, para nuestra sorpresa, que tenemos más en común con unos veinteñeros de Nueva York de lo que jamás habríamos supuesto. O simplemente que todos, independientemente de nuestra procedencia, afrontamos los mismos miedos, cargamos con anclas emocionales o no cuesta resignarnos cuando se trata de perseguir nuestros sueños. Sólo por eso ya merece la pena.

(Ah, y para los booklovers, está basada en una novela.)


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